Por Guillermo Cides
No. La música empieza a morir cuando las radios eligen buscar audiencia y dinero antes que calidad, perdiendo el significado inicial del origen de las FMs. Muere cuando se intenta tener música en vivo y se discute el precio al músico. Empieza a morir cuando otros músicos tocan por una pizza, destrozando el mercado laboral. La música muere cuando los municipios, ayuntamientos y organizaciones gubernamentales deciden que la música es prescindible, para luego hablar de “educación” cuando el reguetón aparece. El reguetón es simplemente un parasito oportunista y no mata a la música. La música empieza a morir cuando las compañías discográficas imponen productos sin ética y por dinero. Cuando las televisiones aceptan dichos productos y los promocionan porque “es lo que escucha la gente”. Allí muere la música. Muere cuando no se entiende que se debe educar musicalmente a los estudiantes junto a materias como ética, sociología y matemáticas.
La música muere antes que aparezca el reguetón. Muere cuando nos reímos de los artistas, y muere cuando se inventan artistas que solo quieren fama y dinero. Artistas falsos, recién aparecidos. Muere en cada festival mediocre lleno de oportunismo. Muere en la falta de emoción y silencio ante una melodía que tendría la capacidad de hacernos cerrar los ojos y estremecernos como nunca nada lo hizo. La música muere cuando es mas importante una cerveza con amigos y música de fondo, por la vergüenza de la emoción en conjunto. La música muere cuando aceptamos escuchar la que nos imponen en vez de buscar otra, y cuando los que tienen “poder cultural” no dan posibilidades a músicos jóvenes con ganas de hacer otra cosa.
El reguetón no mata a la música. La mata nuestra hipocresía de creer que el reguetón existe por sí mismo y que no es un producto de nuestra propia ignorancia y de nuestra propia sociedad. El reguetón quizás deba existir, como un virus nacido de nosotros mismos cuando intentamos que la música muera.
G. C.