Por Guillermo Cides
Ni venida del espacio exterior, ni descubierta en pirámides. Ni pegada a una roca de millones de años o recuperada de un antiguo bergantín. La música no vive indescifrable en el libro de Voynich, ni se oculta en monasterios con cuidadores ancestrales.
La música somos nosotros.
Somos tu y yo y él y ella viviendo ese amor, llorando esa perdida. Somos nosotros cantando juntos un ritual sagrado, o gritando en voz de rock nuestra bronca. La música es nuestra infancia que reaparece en melodías, la sonrisa tímida cuando llega ese estribillo. Es ese silencio que nos atrapa y que no entendemos después de una canción, y que nos hace mirar el camino con la mirada fija en aquella parte, allí donde ya no estamos.
La música son nuestros recuerdos y nuestros futuros. Es el sueño del que aún tiene que vivir, sueños de esperanza construidos a puros Res y Fas, sostenidos con ligaduras.
No existe la música, siempre fuimos nosotros. ¿No lo has visto? Nosotros y ellos. Desesperados y en paz, amados y olvidados. Felices, y por ser feliz. La música son aquellos que ya no están, renacidos en corcheas acompañándonos siempre en una melodía silenciosa que nos recuerda quienes somos y porqué.
G.C